jueves, 8 de marzo de 2012

conducta y problemas de conducta



Algunos sinónimos muy usados son los términos “actividad”, “acción”, “funcionamiento”, “respuesta” y “reacción”. En esencia una conducta puede ser cualquier cosa que una persona hace o dice. Aunque es verdad que todos hemos aprendido a hablar sobre la conducta de forma distinta, habitualmente lo hacemos con términos muy generales. Palabras como “honesto”, “despreocupado”, “trabajador”, “generoso” o “nervioso” son etiquetas que resumen acciones humanas, pero que no hacen referencia a una conducta específica. Por ejemplo, si se describe a un hombre como nervioso, podríamos saber en un sentido amplio a qué nos referimos. Sin embargo, no sabríamos si nervioso se refiere a la tendencia que tiene una persona morderse las uñas o a la inquietud que manifiesta cuando está sentado en una silla.

Es frecuente que los especialistas tradicionales en el campo de la ayuda psicológica usen términos genéricos a modo de resumen: por ejemplo, inteligencia, actitud, motivación y creatividad. Sin embargo, los modificadores de conducta pueden hablar con más precisión cuando se trata de comportamiento.

¿Qué queremos decir cuando decimos que una persona es inteligente? Para muchas personas, la inteligencia es algo heredado o innato en el aprendizaje, pero jamás observamos o medimos tal cosa. Por ejemplo, en una prueba de inteligencia simplemente medimos el comportamiento de una persona mientras hace una prueba. La palabra inteligente debería ser utilizada de forma adverbial (inteligentemente) para describir cómo se comportan las personas bajo determinadas condiciones, como a la hora de enfrentar una prueba.

Otros términos psicológicos, como retraso mental, dificultades de aprendizaje o autismo son también etiquetas que describen formas de comportamiento. ¿Cómo deciden los especialistas que un niño tiene autismo? Toman la decisión basándose en ciertas conductas que observan. Por ejemplo, podrían observar que un niño:
Repite a menudo ciertas preguntas, más que contestarlas con la respuesta apropiada; emite varios comportamientos auto-estimuladores; no responde cuando le llaman o se aleja de la persona que lo llama; rinde por debajo de la media ante una variedad de tareas de autonomía persona (vestirse, peinarse o comer).

¿Por qué se utilizan frecuentemente las palabras resumen o las etiquetas?
En primer lugar, porque pueden ser útiles a la hora de dar con rapidez una información general sobre cómo pudiera comportarse un individuo con determinada etiqueta (lo que no quiere decir que se comporte exactamente de esa manera, pues los comportamientos van a variar de una persona a otra. De ahí que haya que ir más allá de la propia etiqueta. Pero no se puede negar el valor informativo que tienen).
Segundo, las etiquetas pueden sugerir qué programa de tratamiento en particular servirá de ayuda.

No obstante, el uso de palabras resumen o etiquetas presenta una serie de inconvenientes. Uno de ellos es que puede dar pie a pseudoexplicaciones (explicación no correcta en su totalidad). Otra desventaja de las etiquetas es que puede influir negativamente en la forma en que se trata a la persona. Además, las etiquetas pueden hacer que nos centremos en los comportamientos problemáticos de un individuo más que en sus capacidades.

Debido a estos aspectos, me gusta la forma que tienen G. Martin y J. Pear de definir todo problema conductual en términos de deficiencias conductuales y excesos conductuales. Esta clasificación surge por varias razones. Primero, para ayudar a evitar los problemas derivados de un uso excesivo de las etiquetas. Segundo, con independencia de las etiquetas asignadas a cada individuo, es la conducta la que causa preocupación, y también la conducta la que debe ser tratada para mejorar el problema. Vamos a ver ahora algunos ejemplos de deficiencias y excesos conductuales:

Deficiencias conductuales
1. Un niño no pronuncia claramente las palabras ni interactúan con los demás niños.
2. Un adolescente no hace sus deberes, no ayuda en casa, no trabaja en el almacén, ni tampoco habla de problemas o dificultades con sus padres.
3. Un adulto no presta atención a las normas de circulación mientras conduce, no expresa gratitud sincera a los demás, ni cumple con las citas que tiene con su esposa.

Excesos conductuales
1. Un niño se levanta a menudo de su cama, tiene berrinches cuando debe ir a dormir, tira la comida al suelo cuando come y juega con el mando de la televisión.
2. Un adolescente interrumpe frecuentemente las conversaciones de sus padres y otros adultos, pasa horas hablando por teléfono por la tarde y utiliza un lenguaje ofensivo.
3. Un adulto ve la televisión continuamente, come golosinas y otros dulces entre comidas constantemente, fuma un cigarrillo tras otro y se muerde las uñas.

De cara a identificar una conducta como excesiva o insuficiente, debemos considerar el contexto en el que sucede. Por ejemplo, un niño que utiliza un lápiz de color para escribir en una hoja de papel muestra una conducta apropiada. Sin embargo, sería considerado como un exceso comportamental el comportamiento de un niño que utiliza un lápiz de color para escribir en las paredes.

Con estas observaciones, desde la terapia de conducta y el análisis aplicado de conducta, se aportan una serie de técnicas que intervienen directamente sobre la conducta específica considerada como problemática.
Concluiremos esta introducción con una exposición de las características definitorias de la modificación de conducta. La más importante de ellas es el enorme hincapié que la modificación de conducta hace en definir los problemas usando términos de conducta que puedan medirse de una u otra forma, usando los cambios en la medida comportamental del problema como el indicador por excelencia del grado en el que se está aliviando tal problema.

Otra característica es que sus procedimientos y técnicas de tratamiento son formas de reorganizar el ambiente de un individuo a fin de ayudarle a que funcione mejor en la sociedad. La palabra ambiente hace referencia las variables concretas del entorno inmediato del individuo que pueden afectar al comportamiento. Por ejemplo, el profesor, la pizarra, otros estudiantes y los muebles del aula, son parte del ambiente del estudiante cuando está en el aula.

Una tercera característica es que sus métodos y su lógica pueden ser descritos con precisión. Ello posibilita que los modificadores de conducta puedan leer descripciones de los procedimientos utilizados por sus colegas, replicarlos y reproducir los mismos resultados.

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